martes, 11 de octubre de 2016

EL CAPITÁN TRUENO EN EL FARO DE VIGO


Artículo dedicado a EL CAPITÁN TRUENO en el Faro de Vigo.
Gracias, Alejandro.
ACTUALIZADO
El amigo ignacio Diz nos ofrece la traducción del artículo.

Ven Capitán Trueno

En el adiós a Víctor Mora

Uno de los elementos indispensables de la infancia y más de la adolescencia, esas edades de crecer forzoso, son los héroes o las heroínas: unos modelos de conducta–sometida o no- que ayudan a formar la propia personalidad y, de paso, nospermiten imaginar historias que no suceden en la vida real, una vida que no siempre es fácil en ese camino de dudas.

Para aquellos que crecimos en los años del franquismo, pocos eran los héroes de cómic que teníamos a nuestro alcance. Difíciles de encontrar los extranjeros de tapa dura (Tintín, Astérix e Obélix) por raros y caros, los mejicanos de Novaro (Superman,Capitán Marvel ou Batman, o aquellas Vidas ejemplares) suplieron las limitaciones editoriales españolas para editar los superhéroes americanos. Y aun así, muchas veces no teníamos más alternativas que conformarnos con hazañas de factura nacional.

Superados, por presumidos, Roberto Alcázar y Pedrín (a pesar de que su principal guionista fuese un militar republicano depurado), para muchos adolescentes de los años 60 el Capitán Trueno venía a llenar un vacío en nuestra obsesión de aventuras.

Su padre fue Víctor Mora, escritor, traductor y guionista recientemente desaparecido. Exiliado en Francia con su familia después de la guerra, su padre–militante do PSUC- murió en un campo de refugiados franceses-, circunstancia que forzó a su madre a regresar a Barcelona.

Siendo mozo comenzó a trabajar hasta entrar en la editorial Bruguera en 1948, donde asumió el guion de diversas series de cómic. En 1956, influido por la estética de las historias del Príncipe Valiente, empezó las aventuras de un caballero medieval, el Capitán Trueno, en los dibujos lo acompañó en los primeros años el valenciano Miguel Ambrosio Zaragoza, “Ambrós”. El Capitán Trueno era un antiguo cruzado genéricamente español (pero en su pecho llevaba un escudo que recordaba vagamente las armas catalano-aragonesas). Tal identidad y más su grito de ataque “Santiago y cierra España” no eran sino estrategias para vencer los obstáculos de la censura.

El Capitán Trueno defendió con empeño el terreno al Guerrero del Antifaz (de matriz valenciana, como Roberto Alcázar y Pedrín), un héroe más hispánico e hispanista, siempre peleando contra “la morisma”, muy del gusto del ideario imperante durante el franquismo. Y si alguien pasó a representar la modernidad, ese fue el Capitán Trueno. Por lo menos para importantes sectores de la juventud urbana.

Diseñado con una resolución gráfica de mucha calidad (que no siempre tuvo continuidad con los sucesores de Ambrós a partir de 1960), el Capitán Trueno representaba, como ningún otro héroe de su tiempo, los valores de la justicia a favor de los más débiles y alguna insinuación a favor de una monarquía, no absolutista de todo (no se podía pedir más a un reino escandinavo medieval). Y con el rigor en los guiones, con aquel héroe aprendimos geografía gracias a los escenarios de sus aventuras.

Además, tenía una dimensión cosmopolita gracias a su chica, la princesa Sigrid de Thule: una novia fija-discontinua, en la que obviaba la suposición de una vida en común, que llegó a ser reina de su país sin tutela masculina. Y con ellos, un contrapunto de humor con sus amigos y compañeros Goliath (es su gran “batracio verde”) y Crispín. Como decía su guionista, frente a un héroe solitario, un héroe solidario.

Víctor Mora, militante comunista como su padre, reconoció que vió en el Capitán Trueno un paladín de los derechos humanos, siempre obviando las limitaciones que imponía la censura, con la que tuvo que lidiar en diversas ocasiones. Entre 1963 y 1968 Mora tuvo que irse a Francia, exiliado, a pesar de lo cual las aventuras de nuestro héroe continuaron de su mano., pero a partir de 1968, ya no tenía el mismo impulso de los comienzos. Llegaron las reimpresiones y los intentos de relanzamiento, pero el público juvenil ya era otro y tenía otras preferencias.

Artículo escrito por Joaquim Ventura. Publicado en el suplemento “Faro da Cultura” en el diario Faro de Vigo, el jueves 6 de octubre de 2016.

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